martes, 6 de julio de 2010

Ceniza (Prólogo I )



Ella vive con odio, porque es lo que le impulsa a levantarse cada día, encontrar un amanecer con todos esos bastardos muertos.

Si se puede vivir así, preguntáselo a ella.
Es la mujer más hostil del mundo. Deseo de evitar, limitar o destruir, lo que impulsa su muerto corazón.

Nunca puede ser consumida, ya que lo fue en vida.
Estamos hablando de Ceniza.
Nacida de un fuego fatuo del infierno.

En el camino nunca perdida, olisqueando con asco la vida y riéndose de la envidia que sienten los superficiales.
Es ciega, pero puede ver más allá

¿Qué importa lo físico cuando esos ojos claros pueden ver tus pensamientos e intenciones? Y lo que es mejor, tu futuro.
Las consecuencias y motivos por los que te cruzastes con ella. Al caminante le fascina, por

que no ha visto ser exótico igual que con un suspiro te invita a sus brazos. A ella le domina, porque desea con ansia comerse sus sueños, y saborear el dolor que siente al quedarse vacío. Nada. Vacío.
Nada.
Absolutamente Nada. Ni sombra, ni color, ni espacio, ni tiempo, ni luz, ni sentimientos, ni muerte, ni tierra. Nada.
Nada.
¿Se puede albergar denominándolo conformismo?
O más bien Nada.
Porque es Nada lo que termina sintiendo. Nada cuando se instala en el corazón.
Nada.
Incluso Caronte sabe que nunca debió llevarla al infierno. Ceniza, Ceniza... en realidad te amo, me he acostumbrado a ti, te amo , te amo.
Ahora eres quién me domina, dependo de ti, toda mi fuerza, surgida de tu odio. El demonio te envida por la lírica que emites.

¿Quién es Ceniza?
La eterna desconocida. El lado más oscuro del discernir.







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